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Bolivia

Reportaje: "Víctimas secundarias de feminicidios. Develando las sombras de un crimen expansivo"

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El OBSCD presenta un reportaje basado en el documento de investigación que revela la realidad de los hijos y familiares de las mujeres víctimas de feminicidio y como además de su duelo deben enfrentar retardación de justicia y revictimización.

La Paz, 27 Noviembre de 2025

1. ¿Quiénes son?

En Bolivia, entre el 01 de enero al 24 de noviembre de 2025, se registraron 71 feminicidios, según datos de la Fiscalía General del Estado. Detrás de cada caso no solo queda una mujer menos, sino también familias devastadas, hijos huérfanos y comunidades marcadas por la violencia. El feminicidio, como advierte la pedagoga social Claudia Calcina, “no es visto todavía como un problema social con todas las consecuencias que acarrea, porque es un crimen expansivo que genera una ruptura del tejido social”.

La información de este reportaje se encuentra ampliada en la investigación “Víctimas Secundarias de Feminicidio. Develando las sombras de un crimen expansivo”, presentada por el Observatorio Boliviano de Seguridad Ciudadana y Lucha Contra las Drogas (OBSCD), en el año 2025, que busca visibilizar el impacto profundo y silencioso que este crimen deja en la sociedad. 

La investigación se fundamentó en un trabajo de campo con familiares de una mujer fallecida por feminicidio en un lapso de al menos tres años del hecho. El trabajo de campo se realizó durante el mes de noviembre e inicios de diciembre de 2024 en las ciudades de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.

Adriana Coronado, investigadora del OBSCD, explica que se planteó una metodología totalmente cualitativa por la naturaleza de la investigación, porque es necesario visibilizar las particularidades que tiene este hecho en  diferentes sectores sociales, pero, a la vez, tienen un elemento común que es el haber perdido a un familiar producto de un feminicidio.

2. El momento de mayor riesgo

Los datos publicados en el  boletín de "Delitos de alta vulnerabilidad contra mujer", difundido por el OBSCD, muestran que de 2021 hasta junio de 2025, se registraron 405 feminicidios. Los testimonios de madres y hermanas de víctimas muestran que muchas mujeres son asesinadas cuando deciden poner fin a la relación. 

Ana (madre de una víctima, nombre ficticio), asegura que su hija estaba decidida a dejar al agresor, pero un día antes de desalojar completamente la casa, el agresor cometió el crimen. Marlene Choque, al respecto explica: “He podido identificar que la mujer se pone en una situación de grave riesgo cuando anuncia a su pareja que quiere terminar la relación, sean casados, sean enamorados, sean novios, sean concubinos”.

Este es el caso de Adela (hermana de la víctima, nombre ficticio), su hermana inicialmente estaba desaparecida y su pareja alegó que lo abandonó y se fue a Chile. Posteriormente se encontraron sus restos óseos y se determinó la causa de muerte, encontrando culpable de feminicidio a su expareja. Las historias de Ana y de Adela son ejemplos dolorosos de cómo los celos y el control ejercido por la pareja derivan en crímenes irreparables.

3. Las otras víctimas 

“Esos niños han perdido a su mamá, pero los abuelos han perdido a su niña, los tíos que han perdido una hermana. Bueno, es bastante difícil para ellos porque cuando ellos tendrían que estar descansando y disfrutando de los nietos, asumen nuevamente el rol de padres, generalmente a una edad que dificulta tener que cuidar a niños. Si bien son sus nietos, quizás ya estaban en otra etapa de su vida. Entonces es complicado y a veces hasta un poco difícil cómo están elaborando o están procesando el duelo, porque hay varias etapas” expresa Lirio, de la fundación Voces Libres. 

El feminicidio no termina sólamente con la vida de la mujer, se extiende hacia su familia. Según datos del Observatorio para la exigibilidad de los derechos de las mujeres, en 2024 quedaron 102 huérfanos de feminicidio, de los cuales 93 son menores de edad. Los abuelos y tíos, en muchos casos, asumen el rol de cuidadores en condiciones adversas, enfrentando el duelo y además las responsabilidades de crianza.

Adriana Coronado, hace énfasis entre un cruce de 3 variables que mencionó:  el tema de la pobreza, ser el principal sostén económico y la tarea de cuidados, roles que luego debieron asumir los familiares de las mujeres asesinadas, “generalmente, las mujeres que han sido víctimas de feminicidio cumplían estas 3 labores, cuidaban a los hijos y a los padres, ellas trabajaban para mantener a sus hijos”.

El impacto emocional también golpea con fuerza, madres que desarrollan depresión, padres que no logran superar la pérdida y hermanos que sienten que el feminicidio arrasó con toda la familia. “Mi madre estuvo internada en un centro psiquiátrico. A ella le venía fiebre y no sabíamos qué era, y era depresión. Después de la muerte de mi hermana pudimos salvar a mi madre, pero a mi padre no se pudo, mi padre empeoró […] Yo podría decir que él [el feminicida] no solamente mató a mi hermana, también mató a mi padre. Mi padre se deprimió bastante por la pérdida de su hija, jovencita y empezando una vida” (Ely, hermana de la víctima). 

4. Sobrevivir a la revictimización

Los familiares de las mujeres víctimas de feminicidio, deben someterse a una revictimización constante que inicia en los juzgados cuando deben repetir la historia del suceso en múltiples ocasiones, además este proceso se complica cuando no dominan el español y otros familiares deben asumir este lugar, como en el caso de Adela, hermana de la víctima, quien debió tomar la responsabilidad ante los procesos judiciales debido a que su madre hablaba quechua y no era posible que se exprese fluidamente en castellano.

Después de salir del juzgado, se enfrentan a una cobertura mediática extrema, que inician como entrevistas a los familiares dentro de los velorios. Sobre esta situación, la Red de periodistas feministas de Bolivia cuestionan, “la pregunta clave es ¿para qué voy a ir al velorio de la víctima? Son situaciones distintas donde tenemos que estar en estos casos en los que nuestra presencia no aporta nada, son notas totalmente vacías ¿para qué filmar un velorio? ¿Para preguntar cómo se sienten? Si son cosas más que obvias, un velorio es triste ¿cómo está la familia? Está triste, listo, no hay más, y a pesar de eso insistimos en grabar el velorio”.

El manejo de la información sobre el feminicidio en la cobertura periodística es crucial para su percepción desde la sociedad. Para esta investigación, los nombres de las entrevistadas y datos como ubicaciones geográficas fueron cambiados y manejados con reserva. Por otro lado, los familiares contactados señalaron que los medios de comunicación ponen foco en la manera en cómo la víctima perdió la vida, y no así en difundir medidas de prevención o alternativas para colaborar con los afectados.

Según Coronado, el principal hallazgo de esta investigación es entender la naturaleza social del delito de feminicidio. Sobre todo cuando es abordado desde la prensa o desde el imaginario común, ”se lo piensa solamente como un hecho que afecta a la víctima directa, que es la mujer que pierde la vida, ¿no? Pero en realidad, cuando una mujer pierde la vida a manos de su pareja, expareja o algún conocido también está afectando a todo su núcleo familiar”.

La revictimización también se vive en espacios como las unidades educativas, donde los maestros no cuentan con las herramientas para enfrentar estos sucesos. Al respecto, Federica (madre de una de las víctimas) comenta que su nieta tuvo un percance en la escuela, donde en una discusión con un compañero, este le dijo “tú no tienes mamá” y la reacción de la niña fue darle un puñetazo. Este hecho demuestra la necesidad de que la comunidad educativa pueda involucrarse para sobrellevar situaciones delicadas.

Respecto a este tema, Jhenny Cazas de la ONG Infante menciona:“Pienso que también los maestros, profesores o facilitadores tienen que trabajar y tienen que estar sensibilizados y ser conocedores de que pueden vulnerar, también pueden revictimizar a este niño. No es el “pobrecito”, el “no hablaremos” o “no le diremos”; no es, ¿por qué? Porque lo que un maestro pueda decir puede también afectar al trabajo o cómo ellos están con sus pares, que son sus compañeros, y de qué manera ellos lo miran. Tampoco no es algo que todo el mundo tiene que conocer, enterarse y estar sobre ellos; no se trata de eso, pero estar preparados ante cualquier situación”.

5. Hacia una respuesta estructural

Los feminicidios se muestran como una normalización de la violencia, a raíz de una cultura del silencio sobre este delito. “Si la violencia no nos conmueve, si nos parece algo más del cotidiano, que sí lo es, pues es también esto lo que va a sostener la tolerancia social. Hay muchos feminicidios donde las mujeres han sido básicamente torturadas por horas; los vecinos escuchaban, los vecinos sabían y de hecho es algo muy común sobre todos los feminicidios íntimos, porque son feminicidios de la convivencia de las unidades de la familia”, comenta Claudia Calsina.

Si bien, para Coronado, la Ley 348 significa un avance porque tipifica el feminicidio como tal, queda pendiente continuar trabajando para visibilizar los diferentes tipos de violencia, que no solamente afectan a la víctimas directas, sino que además existen víctimas indirectas o secundarias que también son severamente afectadas.

En medio de este panorama, después de gestiones de organizaciones de la sociedad civil y diferentes colectivos comprometidos por los derechos de las mujeres, en octubre de 2025 se promulga la Ley 1860 de “ Protección integral y reparación para hijas e hijos huérfanos víctimas de feminicidio y otros delitos contra la vida”. Esta ley indica que los beneficios se aplican a las hijas e hijos menores de 18 años y extiende el apoyo hasta los 25 años, si se encuentran cursando estudios superiores.

La norma establece la creación de un bono económico mensual, no inferior al 20% del salario mínimo nacional vigente. Además  de la provisión de paquetes alimentarios, atención psicológica y legal gratuita y especializada, y el acceso prioritario al Sistema Único de Salud (SUS) con cobertura total. Por otra parte, menciona que priorizará su permanencia dentro del sistema educativo.

Los feminicidios no son historias aisladas. Son el reflejo de desigualdades estructurales, machismo arraigado y un sistema que no logra proteger a su debido tiempo. Reconocer a las víctimas secundarias y visibilizar sus realidades es urgente para pensar políticas públicas, con enfoque de género y que atiendan tanto la prevención como la reparación.